Papa Francisco reflexiona en el Vía Crucis: “Somos niños que lloran, jóvenes despreciados y ancianos que aún sueñan”

Roma – Este Viernes Santo, la figura del Papa Francisco estuvo ausente físicamente del Coliseo romano, pero muy presente en espíritu. Aún en recuperación por una neumonía, el Santo Padre redactó las meditaciones del Vía Crucis con una sensibilidad especial, poniendo voz al sufrimiento, la exclusión y la necesidad urgente de esperanza.

En sus reflexiones, Francisco señaló que la “economía de Dios” es una que no descarta, que no destruye, sino que abraza al marginado y ofrece nuevas posibilidades incluso en medio del dolor. “Nos hace falta alguien que nos detenga y nos ayude a cargar con la realidad”, escribió al hablar del papel de Simón de Cirene.

Las meditaciones incluyeron oraciones por quienes sufren en silencio: migrantes, pobres, víctimas de violencia y personas olvidadas por los sistemas sociales. Cada estación fue cargada por grupos que representan esas realidades, como Cáritas, jóvenes, familias o personas con discapacidad.

El Papa cerró sus mensajes pidiendo la paz “para los que no tienen voz, ni poder, ni dinero” y recordando que en Cristo todo puede cambiar. Su mensaje no fue solo espiritual, sino también profundamente humano: un llamado a mirar el mundo con compasión real.